Prólogo al libro Presente estás, homenaje póstumo a Amanda Castro
Foto: Patricia Toledo. |
Este libro es un
hermoso homenaje de la Red Lésbica Cattrachas, en conmemoración del décimo
aniversario de la desaparición física de Amanda Castro, una de las hondureñas
más sobresalientes de la última década del siglo XX y la primera del siglo XXI.
Poeta, escritora, académica, militante de la comunidad LGTBI y combatiente en
múltiples trincheras, Amanda es de muchas formas el símbolo de esa otra
Honduras que se resiste a la corrupción, a la dictadura, a la homofobia, a la
misoginia; de esa Honduras que crea y construye, aun en un contexto de tiranía,
corrupción y desesperanza.
Fallecida antes de
cumplir los cincuenta años, Amanda Castro logró, sin embargo, dejar una obra
académica y literaria que trascendió fronteras y obtuvo reconocimientos
destacados. La editora del presente libro, Victoria Ochoa, aborda
detalladamente esos logros, como también lo han hecho otras académicas, entre
ellas Helen Umaña y Janet Gold. No me voy a detener, por tanto, en estos
aspectos, sino más bien en su trayectoria de vida, definida por la constancia
con la que enfrentó cada obstáculo que se le presentó: su condición de migrante
en los Estados Unidos; su lesbianismo en un país heteronormado y reacio a
cualquier asomo de diferencia; su diagnóstico de fibrosis quística con un
pronóstico de vida muy corto; su compromiso con el arte y la cultura en un medio
poco propicio para desarrollarse en estos campos; y, finalmente, un golpe de
Estado que marcó un enorme retroceso en un país que ya históricamente arrastra
muchos rezagos en materia política, económica, social y cultural.
Como migrante,
Amanda Castro, a pesar de ser discriminada por “ser extranjera, de color y
clase baja” [1],
obtuvo un doctorado y un puesto destacado en la comunidad académica de Estados
Unidos, que aprovechó para estudiar la cultura y sociedad hondureñas. La tesis
para su doctorado en sociolingüística se tituló Usted porque no lo
conozco o usted porque lo quiero mucho, trabajo que aborda las funciones
semánticas del habla hondureña para analizar las variantes sociales e
individuales de la sociedad.[2]
Como miembro de la comunidad LGTBI, Amanda Castro fue una de las
primeras mujeres en reconocerse abiertamente, primero como bisexual, y
posteriormente lesbiana. Desde su condición de escritora, académica y promotora
cultural, abrió caminos para el reconocimiento del derecho a la diversidad
desde los años noventa, cuando el tema era tabú en la conservadora sociedad
hondureña, aun en los espacios considerados progresistas. En lo personal, le
guardo gratitud por ser una de las primeras en enseñarme el significado de
diversidad, y a entender que no existe una forma única ni binaria de ser
humana.
En 1994, cuando Amanda trabajaba como catedrática de la Universidad de
Colorado, en Estados Unidos, le diagnosticaron fibrosis quística, con un
pronóstico de vida de solo cinco años. Terca, sin embargo, logró duplicar ese
pronóstico, y durante dieciséis años más continuó escribiendo, investigando y
promoviendo el trabajo cultural en Honduras y Centroamérica, por medio de la
editorial que fundó, Ixbalam, y el colectivo artístico Siguatas (Ochoa, 2020).
Una de las artistas que colaboró con ella en diversos proyectos y fue su
amiga muy cercana, Patricia Toledo, recuerda que Amanda Castro “creó talleres de creación literaria en Honduras y
Nicaragua, promovió y participó activamente en el diseño de políticas
orientadas a garantizar derechos y servicios a la comunidad artística de
Honduras, organizó encuentros, presentaciones y coloquios (...) apoyó la lucha
de los pueblos originarios de Honduras y los movimientos sociales de
resistencia”.[3]
El golpe de Estado de junio de 2009 en Honduras desencadenó un
movimiento social que, aun cuando no logró revertir esos hechos ni evitar el
fraude y dictadura que se instauraron posteriormente, incubó una generación que
no se calla, que cuestiona y exige mayor apertura, no solo a la dictadura, sino
a las propias dirigencias formadas en una cultura patriarcal, heteronormada e
impositiva. Amanda dedicó sus últimos meses de vida a combatir el golpe de
Estado, y su ejemplo inspiró a esa generación cuestionadora, de la que forman
parte profesionales y artistas de gran talento, que la consideran su maestra.
Y al mencionar la palabra “maestra”, me remonto a la primera vocación de
Amanda, el magisterio, y al primer recuerdo que tengo de ella, con el uniforme
ocre y beige de la extinta Escuela Normal Mixta de Tegucigalpa, donde ambas
estudiamos y militamos en el movimiento estudiantil. Creo que es justamente esa
primera vocación, el magisterio, entendido más allá de la docencia, como la
pasión de formarse y contribuir a formar, la que le ha permitido a Amanda
desafiar la muerte, y con ello “cambiar el curso del sol”, como dice en uno de
sus versos.
Gracias a la Red Lésbica
Cattrachas y a Victoria Ochoa por esta publicación, que en estos momentos de
desesperanza nos recuerda que en Honduras tenemos precursoras y luchadoras que
de muchas y diversas maneras han abierto caminos, no solo para que los sigamos
recorriendo, sino para que abramos otros nuevos. El espíritu de Amanda Castro
seguirá viviendo en cada escrito, cada pintura, cada canción, cada colectivo,
cada nueva y propia manera de entender el mundo y luchar para convertirlo en un
lugar mejor.
María Eugenia Ramos
[1] Cálix
Barahona, Jackson (2012). “Entrevista con Amanda Castro en Tegucigalpa”, en The
Free Library. https://www.thefreelibrary.com/Entrevista+con+Amanda+Castro+en+Tegucigalpa.-a0288872512
[2] Ídem.
[3] Estrada,
Oscar (2020). “Amanda Castro, la Mujer Palabra”, en El Pulso, 20 de enero 2020.
https://elpulso.hn/amanda-castro-la-mujer-palabra/
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