Nota preliminar
¿Quién hay
ahora que no se rebele
y no tenga en
el alma una voz incendiada?
Luchando
estamos por el sitio del cuerpo
y hasta por la
inicial del nombre.
Clementina
Suárez
“Loca”, “irreverente”, “bohemia”,
“atrevida”, “inconforme”, “rebelde”, “perversa”, “cínica”. Estos han sido
algunos de los calificativos utilizados para definir a Clementina Suárez,
especialmente en el medio hondureño, quizás porque, como señalara el orador y
escritor mexicano José Muñoz Cota, “los hondureños […] solamente tienen ojos
para escandalizarse ante sus movimientos, pasmarse ante sus audacias y cruzarse
de brazos con sus gestos”.[1]
Desde luego, no todos los hondureños y hondureñas hemos compartido esta visión, que si bien forma parte de la leyenda de Clementina Suárez y su poderoso atractivo, resulta incompleta a la hora de valorar el significado de la vida y la obra de quien como mujer y como poeta se adelantó a su tiempo. Medardo Mejía fue de los primeros en vislumbrar la significación continental de Clementina al afirmar que “ha superado su concepción estética”; “ha hecho quedar lejos la rebeldía amatoria de Juana de Ibarborou y mucho más lejos la canción lunar, jazmines […] y paralelamente va dejando abandonados a los grupos que la admiran […]. Y tuvo la gallardía de reconocer que “aun yo, su viejo compañero y amigo, quedo como un fracaso artístico, desgreñado entre músicas rotas”.[2] |
El historiador Ramón Oquelí se
refirió en 1966 a Clementina Suárez como “una figura femenina que ha
simbolizado siempre la inconformidad, el no uncirse a los carros de triunfos
momentáneos, el no saber venderse, el de hacer surgir en la pobreza y casi como
un milagro, la dignidad”; elogio particularmente significativo si se toma
en cuenta que en el mismo artículo afirma que “mi generación (en la que
incluyo a los nacidos entre 1930 y 1944) ha crecido sin maestros. Lo más que
tuvimos fueron eficientes profesores […]. Pero no encontramos claros
ejemplos a seguir, sensibilidades alertas a lo que ocurría en el mundo, y que
se hubieran atrevido a denunciar nuestro progresivo embrutecimiento”.[3]
Otros escritores hondureños
también se refirieron en términos elogiosos a Clementina Suárez, entre ellos
Augusto C. Coello, Marcos Carías Reyes, Rafael Paz Paredes, Martín Paz y Hostilio
Lobo. No obstante, han sido intelectuales de otros países de América Latina
quienes han sabido valorar con mayor precisión la obra poética de Clementina
Suárez. Para el caso, en 1957 el poeta guatemalteco Alfonso Orantes afirmaba
que “Clementina Suárez ha demostrado […] a través de una existencia fervorosa
y fecunda en realizaciones, clara y heroica, que no nos equivocábamos al
anunciar, con su aparecimiento, a un poeta auténtico con fresca inspiración
original que ahora, en su madurez, nos ofrece una obra llena de vigor, equilibrio
y depuración […] logrados por la precisión de su lenguaje, la sobriedad de las
metáforas y la abundancia de bellas imágenes”.[4]
Por su parte, la poeta, ensayista
y dramaturga salvadoreña Matilde Elena López apuntaba:
“Desde Safo nunca había
vibrado una voz tan altamente lírica como la de Clementina Suárez. Una voz que
conlleva gritos universales y resonancias profundamente humanas. Pero si Safo
cantó al amor como no se había cantado nunca, como un puro esplendor de ternura
que causó admiración a los griegos hasta el punto de considerar a la poetisa de
Lesbos como a la décima musa, en
la poesía de Clementina Suárez hay algo más: un hondo sentimiento trágico y
universal […].”[5]
Y mientras el poeta guatemalteco
Otto René Castillo sostenía que “estamos en deuda con Clementina Suárez, es
incalculable lo que Centroamérica le debe a Clementina Suárez”,[6]
la poeta salvadoreña Claudia Lars atestiguaba: “En Veleros, Clementina se revela como la primera poetisa
centroamericana que […] está ya suficientemente experimentada para asumir su
responsabilidad de artista […]. Mientras nosotras (sus hermanas del arte) no
abandonábamos aún los gastados y roídos temas del mundo que se acaba,
Clementina vivía valientemente la verdad de su sueño y de su sangre, pisoteaba
prejuicios, desgarraba máscaras engañosas y se mezclaba al clamor de los
humildes miserables. […] Debo a Clementina Suárez la primera llamada, en mi
arte, hacia lo colectivo.”[7]
De estos juicios emitidos por
autores y autoras cuyo prestigio ha sobrepasado las fronteras centroamericanas,
se desprende que de Clementina Suárez no conocemos aún lo suficiente en nuestro
propio país. La mayoría de los estudios que se han hecho sobre ella enfatizan
en su vertiente erótica; o, más que en su obra, se enfocan en las vicisitudes
de una vida sin duda excepcional. Para llegar a entender a cabalidad la importancia
de esta figura renovadora de la poesía hondureña, es preciso conocer la
totalidad de su obra, lo cual no había sido posible debido a la dificultad para
encontrar ejemplares de los libros que publicó en vida, con excepción de las
antologías.
En tal sentido, y parafraseando a
Otto René Castillo, es necesario decir que “seguimos en deuda con Clementina
Suárez”. Hacen falta estudios que profundicen en las vertientes históricas y
literarias de su poesía; en su evolución creadora, del sentimentalismo
romántico e ingenuo de sus primeras obras, a un estilo vanguardista, no solo en
la forma, sino en el contenido. Es de suma importancia entender, por ejemplo,
cómo la revolución socialista de octubre en Rusia, cuyos ecos le llegaron en su
viaje a La Habana, en los años treinta, y el haber conocido en México al poeta
español León Felipe, brillante figura de la generación de 1927, influyeron en
la temática y las metáforas empleadas por Clementina Suárez a partir de Veleros;
y por qué temas universales como el amor de pareja, la maternidad y la muerte,
son tratados de manera dramáticamente distinta por la misma autora cuando
comparamos, por ejemplo, Corazón sangrante, su primer libro, publicado
en 1930, con De la desilusión a la esperanza, de 1944.
El carácter fundacional de la
poesía de Clementina Suárez ha sido reconocido por estudiosos como Rigoberto
Paredes: “Desconocer su nombre (...) sería como privar a nuestras letras y,
por qué no decirlo, a un período significativo de la actual formación cultural
hondureña, de una voz, de una actitud con caracteres fundacionales”.[8]
Sin embargo, aún hace falta precisar las características que alejan a
Clementina Suárez de la poesía hondureña escrita por sus contemporáneos y la
colocan entre los y las poetas de vanguardia de América Latina; por ejemplo, en
poemas como “Poema del paso desatado”, incluido en el ya mencionado De la
desilusión a la esperanza, o “En pretérita casa”, de El poeta y sus
señales, publicado en 1969.
Dicho en otras palabras, solo al
leer la obra completa es posible, no solo seguir las huellas de ese
“aprendizaje difícil”, como lo llamara Helen Umaña,[9] sino
identificar a dónde llegó Clementina Suárez como poeta, con el propósito de
trascender el mito y ubicarla finalmente en el lugar que le corresponde dentro
de la literatura hondureña.
Estas son algunas de las razones
que llevaron a la Editorial Universitaria a acometer la tarea de recopilar la
obra completa de esta sorprendente mujer. Sorprendente en cualquier época, pero
más aún al recordar que nació a principios del siglo pasado en Olancho, de
familia terrateniente, vivió en la Tegucigalpa de la primera mitad de ese
siglo, confrontada con una sociedad en la que el patriarcado y el puritanismo
han estado firmemente arraigados, y publicó gran parte de su obra durante la
dictadura de Tiburcio Carías Andino.
Hay que decir que no hemos sido
los primeros en intentar reunir todos sus libros en un solo volumen. Los
investigadores e investigadoras que se propusieron hacerlo antes que nosotros
saben que de la Biblioteca Nacional se han perdido, en anteriores
administraciones, las obras que en su momento donó la familia de la poeta. Si
bien el escritor Eduardo Bähr, actual director de esa institución, nos facilitó
los escasos títulos de Clementina Suárez que pudo encontrar, fue su hija
Alba Rosa Suárez quien nos confió los que tal vez sean los últimos ejemplares
originales que quedan de Corazón sangrante y de De la desilusión a la
esperanza, así como un facsímil del poemario en prosa De mis sábados el
último, además de varias fotografías de gran valor.
Debemos agradecer también al
poeta comayagüense Néstor Ulloa, quien tuvo la buena fortuna de encontrar y
rescatar un ejemplar original de Los templos de fuego y gentilmente lo
puso a nuestra disposición.
Todo este esfuerzo no hubiera
podido llegar a feliz término sin el invaluable apoyo que desde la Universidad
de New Hampshire nos brindó la profesora Janet Gold, estudiosa de la literatura
latinoamericana y biógrafa oficial de Clementina Suárez. Ella escaneó y nos
envió en archivo digital los poemarios que no habíamos encontrado en ninguna
otra parte: Iniciales, Veleros y Engranajes, con lo cual
finalmente pudimos incorporar la totalidad de los títulos que forman la obra
publicada por Clementina Suárez.
En esta edición se han organizado
los libros en orden cronológico a partir de 1930, fecha de publicación de Corazón
sangrante e Iniciales, este
último un libro colectivo que reúne poemas de nuestra poeta, del hondureño
Martín Paz y de los mexicanos Lamberto Alarcón y Emilio Cisneros Canto.[10]
Siguen De mis sábados el último, poemas en prosa, y Los
templos de fuego (ambos de 1931); Engranajes, poemas en prosa y verso
(1935); Veleros (1937); De la desilusión a la esperanza (1944); Creciendo
con la hierba (1957); Canto a la encontrada patria y a su héroe
(1958); El poeta y sus señales (1969); y Con mis versos saludo a las
generaciones futuras (1988). De los dos últimos, por tratarse de
antologías, solo se agregan los poemas que no figuran en los libros anteriores.
Los poemas que la autora incluyó en más de un libro aparecen una
sola vez, en el que corresponde a la primera publicación, con una explicación a
pie de página.
Finalmente, en el apartado Otros
poemas, se incluyen dos que no figuran en ninguna de las obras antes
mencionadas, pero aparecen sin fecha en el Índice general de la poesía
hondureña, de Manuel Luna Mejía, publicado en 1961.
Se han omitido los prólogos, en
algunos casos por tratarse de meras palabras de cortesía de algún amigo, y
además porque todos están disponibles en el compendio de reseñas y artículos Clementina
Suárez, citado en esta nota.
Se ha respetado la forma de
escribir propia de la autora, incluyendo el uso de ciertas palabras no
aceptadas en el español, en cuyo caso se hace la anotación correspondiente,
salvo que su significado sea evidente en el contexto o sean parte del habla
hondureña. No obstante, se ha procurado modernizar la ortografía, respetando,
sin embargo, el uso de algunas mayúsculas que para la autora eran de gran
significación, por ejemplo, en la palabra “amado”.
Esperamos que el esfuerzo de la
Editorial Universitaria por lanzar esta publicación en el marco del Año
Académico 2012 “Clementina Suárez”, llamado así por las autoridades de la
Universidad Nacional Autónoma de Honduras en reconocimiento de los méritos de
la poeta, encuentre amplia acogida en los ámbitos literarios y académicos de
Honduras y del extranjero. Pero, sobre todo, confiamos en que contribuirá a que
las nuevas generaciones conozcan y hagan suyo el legado de esta mujer irrepetible,
haciendo honor a su testamento poético: “Hoy mi pequeñísimo cuerpo empuja
las estrellas / y con mis versos saludo a las generaciones futuras”.
Ciudad Universitaria, octubre de
2012.
María Eugenia Ramos
NOTAS
[1] Muñoz Cota, José (s.f.). “A través de mi cámara en el cumpleaños
de Clementina”, en Clementina Suárez (1982). Tegucigalpa: Litografía López, p.
69.
[2] Mejía, Medardo (s.f.). “Clementina Suárez”. En op. cit., pp.
9-10.
[3] Oquelí, Ramón (1966). “Clementina Suárez”. En op. cit., p. 129.
[4] Orantes, Alfonso (1957). “Clementina Suárez, ángel rebelde y la
permanencia poética”. En op. cit., p. 19.
[5] López, Matilde Elena (s.f.). “Creciendo con la hierba de
Clementina Suárez”. En op. cit., p. 23 (el subrayado es mío).
[6] Castillo, Otto René (1967). “Clementina Suárez en Centroamérica”.
En op. cit., p. 79.
[7] Lars, Claudia (s.f.).
“Palabras sobre Clementina Suárez”. En op. cit., p. 85.
[8] Paredes, Rigoberto (1988). Prólogo a la antología Con mis
versos saludo a las generaciones futuras. Tegucigalpa: Ediciones Paradiso.
Citado por Ramos (2002), en Visión de país en Clementina Suárez y Alfonso
Guillén Zelaya. Tegucigalpa: PNUD, Colección “Visión de País” N° 4.
[9] Citada por Ramos (2002).
[10] En esta edición se incluyen solo los poemas que Clementina Suárez
aportó a esta obra colectiva.
Fuente: Ramos, María Eugenia (2012), comp. y ed. Poesía completa de Clementina Suárez. Editorial Universitaria, Tegucigalpa.
Leer y descargar Yo, tú, ellos, nosotros. Apuntes sobre la praxis poética y vital de Clementina Suárez
Fuente: Ramos, María Eugenia (2012), comp. y ed. Poesía completa de Clementina Suárez. Editorial Universitaria, Tegucigalpa.
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